martes, 24 de enero de 2012

A tiempo.

Ella solo pretendía desinhibirse ante unos ojos invidentes; ciegos de lujuria. Se mostraba tal cual era sin aditivos ni colorantes. Contorneaba el cuerpo al son de música imaginaria que le permitía perder el ritmo de vez en cuando. Se dejaba llevar sin sentido del ridículo. Había, por momentos, disipado toda vergüenza. Consumista de besos sin más obstáculos que una lengua ajena. Se distanciaba para coger aire y luego soplarla. Disfrazaba su cuerpo lánguido de sensualidad mientras arañaba firme su espalda. Se colgaba de sus hombros mientras balanceaba sus piernas antes de envolverle la cintura. Y ahí pendida de la nada, abrazada a su piel volvía a sentirse frágil. ¿Qué hace que todo cambie de un momento a otro? Justo en ese instante, sabia que debía irse. Aún estaba a tiempo.

lunes, 23 de enero de 2012

Indefinido determinante.

Una puerta entreabierta sin pestillo. Un cuadro abstracto sobre una pared deslucida. Una caja de música que ya no suena encima del tocador. Un espejo roto colgado vagamente de un clavo oxidado. Un baúl de madera astillada perdido en un rincón. Una lámpara sin bombilla sentada en una silla. Una persiana desmembrada reforzada con alambre. Una cama vacía con sábanas desbaratadas. Una silueta difusa acariciando el suelo vestida de piel ignífuga. Una mano distraída recorre con apatía una tripa. Una barra de labios consumida, ya caducada. Un espacio olvidado invadido por artículos indefinidos.

La puerta cerrada con llave, blindada. El cuadro trazado al azar, personificado. El cuenco de madera tallado con las asperezas lijadas a mano. El espejo que muestra tu espalda mientras te secas con la toalla. El baúl que guarda los besos que te daré mañana. La lampara con luz tenue que te adivina a oscuras. La persiana bajada nos aleja de la indiscreción de las miradas. La cama revuelta exhibe placer pausado. La silueta de dos cuerpos fundidos en una sola célula. La mano cosiendo a milímetros mi espalda. La barra de labios compartida a mordiscos. El instante latente, el que importa descrito a base de artículos determinados.

Porque es imposible pluralizar la palabra mujer, cuando un todo suma singular. Porque mentiría si dijera que despeino cabellos mientras revuelvo tu pelo. Porque me niego a volar si me bajas el cielo. Porque no quiero quedarme con hambre, de ti siempre doble ración. Porque si besas con los besos de tu boca cualquier palabra se queda pequeña. Porque pierdo a ratos la razón, desvanece cualquier alrededor. Porqué se resbala una sonrisa por mi mejilla mientras duermes, como pez en la mano. Porque me siento libre a tu lado aunque me sujetes del brazo. Porqué sabes cuántos kilómetros hay de tu casa a la mía? Veintisiete. Por qué a pesar de callarme algún te quiero, no hay verbo mas tuyo que ese. Porque nunca podré saber como hubiesen sido las cosas si no hubiesen ocurrido de esta manera, ya está no hay vuelta atrás. Ahora si quieres podemos volver; volver hacia adelante. Porqué la vida no se vive por las veces que respiras sino por los momentos que te dejan sin aliento.

martes, 17 de enero de 2012

Sin son ni ton.

Tambaleándome entre reflejos de luz voy siguiendo el hilo parpadeante de una vieja bombilla manteniendo el poco equilibrio que me queda. Me tiembla el pulso cada vez que busco coherencia en mis actos sacando fuerza de un latir un tanto débil. Te busco a tientas dónde se acaba el mundo mientras tú sigues sentada en el mismo rincón oscuro de siempre. Ando por un laberinto de voces que me guían hacia la salida pero prefiero perderme por mi inusual sinsentido. Abro latas al vacío que luego ya no cierran, como mis piernas que últimamente no tienen ni hora, ni sitio, ni lugar. Me encuentro estática en medio del enigmático estadio que es la vida, grande, demasiado grande para correr hacia algún lado. Vivo en un constante paralelismo contra mi misma un tanto imbécil. Así me siento cuando te como las entrañas con cucharillas de café, enfundada en mantel de gourmet y repito de tu cuerpo, que tanto me gusta, hasta que me duele el estomago. Lo peor: no sentirme saciada. Realizar catas de besos; besos mojados, salados, dulces, besos de amarga embriaguez y gozar. Gozar sin sueño y fundirme despacio con tu aliento y enfriarme con susurros de voz entrecortada. Así me siento cuando sé que podría regalarte un millón de estrellas y lo más cerca que estamos del cielo es entre sabanas de espirales. Hace tanto que no te hablo que mi corazón pide que lo entregue en custodia. No es cuestión de tiempo, porqué el tiempo ya ni creo que exista.

Lo promero. Lo juro. Lo intenté.

Lo prometo,lo juro; lo intenté.

Intenté poner un punto al final del primer beso. Nervioso, tembloroso, suave, olvidado, extraño, rencontrado. Intenté parar de besarte. Intenté saltarme el semáforo en rojo de tus labios.. lo intenté pero no pude. Lo juro.

Intenté poner un punto al final de cada caricia. Las mismas manos bañadas de un nuevo tacto. La misma piel cubierta de suavidad extrema. Las mismas pecas y más de nuevas adornando tu cuerpo. Intenté alejar mis manos de tus curvas pero no tenia frenos. Lo juro.

Intenté poner un punto al final de cada mirada. La misma mirada ahora diferente; pícara, a ratos inocente. Intenté dejar de mirarte pero me endulzó la miel de tus ojos. Lo juro.

Intenté poner un punto al final de cada respiración. Intenté inundarme de música. Intenté desconectar. Intenté desprenderme de tu indescriptible sonrisa. Intenté no suspirar, intenté no respirar, pero tuve que soplarte. Lo juro.

Intenté poner un punto al final de cada noche. Intenté cerrar los ojos. Intenté dejar de verte. Intenté no pensarte. Intenté no echarte ni un poco de menos pero empecé a soñar-te. Lo juro.


Intenté que lo negro fuera negro, pero siempre amanece a tu lado. Amanece porqué eres luz. Nunca has dejado de serlo. Lo prometo, lo juro; lo intenté.

Queséyo.

Arropada por el deseo de no saber qué te va a suceder me hace sin querer vaciarte de la incertidumbre que recorre a su antojo por cada vena de tu cuerpo. Descubrirte temblando de frío apoyada en la pared con gesto frágil como si fueras a romperte en cualquier momento me permite desvestirte a paso lento con cada caricia que quiero regalarte. Te miro desafiante, con deseo de rasgarte el alma. Pego mi boca entreabierta a tu cuello, susurrándote soplos de aire caliente que quieren respirarte por momentos. Deslizo mis manos frías, callejeras, resiguiendo el contorno de tu cuerpo iluminado por la cálida luz de la lámpara de tu mueble a lo lejos. Necesito adivinarte, apresarte. Busco cada rincón olvidado, necesito saciarme. Te lamo, te muerdo, te beso, te como; tengo hambre. Sabes a ganas, a sensualidad, a sexo. Estas exquisita. Conduzco mi lengua por un camino recto trazado desde tu ombligo hasta diez centímetros más abajo marcado por un ceda el paso que convierto en stop. Me apetece detenerme y clavar mi lengua hasta hacerme daño, hasta que seas agua. Absorberte, beberte hasta rozarte con la yema de los dedos que quieren, inquietos, follarte. Tumbarte sobre las sábanas que siguen heladas y quemarte con el vaivén de una mano, lenta, rápida, lento, rápido. Y follarte, follarte y follarte como si no hubiera mañana hasta que te cambie la mirada. Agarrate a mis hombros como si cayeras al vacío y fuera tu única salida. Arañame la espalda sin excusas hasta que me duela, hasta que te grite un puta. Aprieta la cintura hasta que no respire y dame aire a besos. Dame fuerza a palabras banales, conviértete en locura. No pensemos, no pienses, perdámonos en lo efímero de un segundo y alarguemos el tiempo hasta que amanezca. No me apetece que se acabe la cama; hoy no.