viernes, 17 de agosto de 2012

Dame paz y dime idiota.

Esperar cualquier motivo por minúsculo que suene para desvestirse entre cortinas de humo, de besarse en baños de baldosas blancas sucios de bocas que se comieron desgarradoras minutos antes. Dame paz y dime idiota cuando a mi me basta una sonrisa para prometerle a la noche triunfantes desfiles volviendo a casa, sintiéndome heroína dando saltos al andar. Llevarse el deseo carnal a casa y desenfundar camas sin tiempo de conocer más que el efímero tacto de cuerpos distintos que saben a nada. Inconscientes metabolismos que roban porciones de tiempo a la lujuria instantánea. Dame paz y dime idiota cuando agitas mi conciencia en tu colchón, trenzando sábanas, enlazando piernas y múltiplicando sombras en cada despliegue de luz. Despertar en espacios habitados de incertidumbre. Desconociendo anhelos, deseos, personalidad. Cafés rápidos, avergonzadas despedidas y miradas perdidas en suelos llenos de pisadas marcadas de muchas otras distintas. Dame paz y dime idiota cuando es inecesario mirarte para verte al reconocer tus manos en un abrazo por detrás. Cuando el beso de café en muchos buenos días sabe siempre de los mismos labios y te re-construyo tan alta para verte de seguido, como si pudiera aguantarle la mirada al sol. Sentir vacíos subjetivos que inquieran en miles de por qués. Respuestas perdidas en miles de almas que aúnque también compartidas se hallan totalmente deshabitadas como la de una misma. Y así, deshinchada surge un vacileo contra su ego que a veces consiguen ganar. Dame paz y dime idiota cuando te vistes de aire transparente para inhalarte y de nombrarte me crecen flores en el lagrimal, dispuesta a encontrar en la revenda soles que subastamos en cada una de las calles que llevan, ahora, nuestro nombre. Dame paz y dime idiota. Idiota, idiota, idiota. Te quiero idiota, pero dame paz.