lunes, 14 de mayo de 2012

Vida.

Decisiones que duelen hasta quebrarte el alma. Esa parte subjetiva que se mantiene inerte pero se manifiesta de modo insustancial cuando tu cuerpo se desprende del tacto. Abraza el dolor, acunándolo hasta que parece dormirse. Siempre hay un despertar. Abres los ojos y la única luz que existe te muestra el camino hacia la autodestrucción moral. Dualidades contradictorias de pensamientos se apoderan de tu parte racional y no consigues saber que parte de ti ha conseguido sobrevivir. Tu consciencia ha sido poblada por interrogantes redundantes que tampoco consigues responder. Multitud de preguntas que estallan en tu cabeza y acaban ahogándose en la misma pena que te inunda el cuerpo. Y joder, que amarga sabe la tristeza cuando un beso te ha arrebatado toda la dulzura. Subrayo en mis actos la sensatez que suele ganar en cada partida debatida entre la razón y el corazón. Pero, ¿qué tiene de coherente dejarte marchar así?. El tiempo es tuyo. Sigo vestida con esa maldita sensación de haberte restado importancia en cada palabra cuando en realidad eras de mi lo más importante. Con los años aprendes que de amor ya no se muere y hoy, he vuelto a llorar gracias a ti. Y digo gracias, porqué la sensación de descontrol en cada lágrima me ha impregnado de vida. No te lo digo, te lo escribo. Te voy a echar de menos. ¿Qué quieres ahora? ¿Ahora? Sí, ahora mismo. Que esta noche no se acabe nunca.