jueves, 3 de diciembre de 2009

Nuestras horas.

Llegar a casa borracha por sobredosis de tus manos. Enloquecer con cada uno de tus movimientos, tirando de tu pelo, dejando mis uñas en tu espalda y mis dientes en tus hombros. Drogarme con tu saliva hasta perder la noción de tu boca. Comerte, arañarte, morderte, suplicarte hasta la saciedad, deshacerme de placer, anclar mis fuerzas en la punta de tus dedos, morirme, matarte, matarnos. Comerte la oreja y gemirte, empañando los cristales, borrando tu boca con mi aliento, desdibujando el calor que nos invade. Y que me lleves en un ascensor al cielo sin necesidad de dar a ningún botón.



Siempre quiero más.

2 comentarios: