sábado, 19 de octubre de 2013

Disfrazada.

Lenguas descosidas aporrean las brechas en heridas que sin tiritas sangran lágrimas desgarradoras por tus mejillas. Morados en la espalda que no son más que arañazos de lujuria en noche barata donde la luna se asoma descarada por tu ventana. Compañía efímera que te abraza de noche y desaparece de día. Soledad permanente que yace despierta en tu mirada y al cerrar los ojos vuelve la niña alegre, de tez sonrosada. Van caras las sonrisas y que baratas las despedidas. La vida pasa, lo que has dado no te lo devuelve, la vela se consume, el querer no sirve para nada. Alguna alardea de cuánto amor le profanan, que las rosas son muchas y los besos no se acaban. Déjame decirte amiga, que la pasión se gasta entre liarte un cigarrillo y la última calada. La ropa en el suelo no siempre significa lujuria, carne arrebatada; hoy expongo un mercadillo porqué nada es de mi talla. Escoge lo que quieras, quédate lo que te de la gana, quizá lo que se lleve hoy estará pasado de moda mañana. Ríase el mundo de mi locura innata, que mañana puede ser cualquiera un loco, una imitación barata. Entre máscaras bailan dándose las manos, te empujo hacía la mía; ven que te abrazo. Ven, que te abrazo. Te abrazo. A ti que no tenias nada y te lo merecías todo. A ti que ahora posees todo y no quieres nada.

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