Bienvenidos a mi No Navidad. Este año no estás. Tengo todo y a la par no tengo nada. Se acabó sentarme en tus rodillas desgastadas por los años. Ya costaba caminar. Aún así me cobijabas en tu regazo sin tan siquiera quejarte. Tu bastón sigue en un rincón de la habitación. Está todo en su sitio, a veces parece que aún no te hayas marchado. Huele a ti. También se perdieron tus abrazos. Únicos. Como tú. Nunca habrá nadie como tú. Se desvanecieron tus palabras con el viento. Las que tenías para todo el mundo. Honradas, amables, sinceras. Ya no hay besos de lejos. Tú ya me entiendes. Se ha ido tu sonrisa, siempre presente, y con ella toda la magia de estas fiestas. Por qué era mágico verte abrir los regalos, aún sabiendo que iban a caer unos calcetines, masaje, colonia, pijama o camisa. Este año para ti no habrá nada material. Te regalo todas las calles vestidas de luces y miradas al cielo buscándote. Me consuela saber que estarás con ella. Con tu gran amor. Nunca ha existido un amor tan grande. Tanto como tú. Grande en tamaño, grande en corazón. Te fuiste rápido. Te fuiste sin dolor. Te has ido sin despedirte, pero a veces no hacen falta despedidas. Me hubiera gustado decirte adiós, pero lo hiciste, como siempre, a tu manera. No te olvido. No dejo de recordarte. Me despido diciéndote que no sólo he perdido a un insuperable abuelo, sino que el mundo también se ha perdido a una gran persona.
Te echamos de menos.
De una nieta a un abuelo cojonudo. Para ti sí, Feliz Navidad.
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