lunes, 21 de septiembre de 2009
Soledad.
Te estaba esperando. Necesitaba un poco de tu compañía. Gracias por respaldarme. Por estar ahí. Por nuestros ratitos que nos sirven para pensar. Por saber quién quiero ser. Por hacerme creer más en mí. Por saber que yo puedo. Que puedo ser feliz conmigo misma, que no me hace falta nadie. Por comprender que caminando se llega a todos lados, que los pasos cortos acercan distancias. Porqué las horas contigo son reflexión. Porqué me gusta sentirte cerca. Te estaba esperando. Tantas veces te he buscado. Tantas veces a mi lado y nunca te supe apreciar. Lloré tanto por ti, por dejarme sola. Nunca vi tu lado positivo. Cuando te quise no estabas, aparecías siempre en el peor momento. Nunca acertaste, nunca. Te estaba esperando. Ahora que comparto mis pensamientos contigo. Ahora que vives a mi lado. Ahora que estas en el momento correcto, te disfruto. Te disfruto tanto que me olvido, a veces, del mundo. Incondicional. Francamente especial. Abrazarte debajo la manta, tomar café y quemar los segundos. Contar contigo las estrellas mientras escribo aquello que siento, porqué siento. Fumarme el último cigarro del día en la terraza, que pronto dejará de ser mi espacio, contigo. Me faltan palabras para describir la sensación de tenerte. Te estaba esperando y ahora no quiero perderte. Sé dónde debo buscarte. Que tú eres de mi maleta todo mi equipaje. Bienvenida a mi vida, por fin.
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