miércoles, 1 de julio de 2009

Fragancias.

Me regalaron un perfume. Ni siquiera sabía porqué había escojido ese. Le gustó, intuyó que justo ese era perfecto para mí. Era tu perfume. Es extraño como una fragancia puede abrazarte tanto. Dos gotas recorrieron mi cuello oliendo a una tira de tus besos. Otra me acarició la mano. En ese preciso instante te sentí cerca, tan cerca que podía rozarte. Los días olvidan como olías; a qué huelen las cosas que te importan. El tiempo desvanece olores, solo necesitas algo, alguien que te los recuerde. Quería apresarte, tocarte, parar el tiempo. Acortamos las distancias y te abrazé. Te sostuve hasta que unos litros de agua te arrebataron de mis brazos. Solo tenia que echarme otras dos gotas más. Hubiera vaciado el frasco en lo que dura un suspiro, para que permanecieras cerca; para que te que quedaras conmigo. Comprendí que era mejor emplear pequeñas dosis para tenerte más tiempo, para retenerte un día más. Basarme en pequeños detalles con los que revives recuerdos, los momentos que fueron grandes. Recuerdo a qué olías al moverte, a qué olía tu sonrísa y tu abrazo en mi camiseta. Me gusta olerte aúnque no estés, porqué tu recuerdo permanece intacto. Ahora vistes mi piel. Formas parte de un cuerpo, de esa pequeña porción reservada para alguien especial. Inalcanzable en espacio, permanente en tiempo. Sólo es cuestión de volver a comprarte. Seguir echando de menos lo que un día echaste de más.

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